jueves, 28 de mayo de 2015

I N M O R T A L E S

CRÓNICAS DE GUERRA
por Elek Romero



Aún estaba oscuro, los primeros rayos del sol cruzaban sus destellos a través de los matorrales y se tornaban en masas voluminosas, al condensarse en la neblina que aún nos rodeaba, los comandos del primer batallón, aún somnolientos, desabrigaban su armamento y con sumo cuidado lo iban despercudiendo, y engrasando. Berraco, nuestro líder, hizo el primer llamado de preparación, para quienes aún no habíamos siquiera sacado nuestros uniformes de las mochilas, siempre haciendo bromas pesadas en alegoría a las hermanas de los mas novatos.

Los comandos habíamos desarrollado un lazo de hermandad tal, que la atmósfera se asemejaba a una gran reunión familiar, donde los mandos superiores, casi como si fueran nuestros padres, más que dar ordenes, solían acompañarnos en las labores pre-operativas, incluso compartiendo sus provisiones, mientras contaban experiencias de operaciones pasadas, donde aparentemente siempre triunfaron o, en todo caso, donde las derrotas fueron tan ínfimas, que el solo hecho de volver a casa ilesos los llenaba de regocijo.

Berraco: Ya ya ya oe, deja de estar escribiendo esas mariconadas!
                Están listos o cómo es?                                                     

Tattoo y yo ya estábamos prácticamente listos, solo faltaba colocarnos los visores y el shemaq, así que nos separamos del grupo, y seguimos a Berraco a la formación. Tattoo voltea hacia mí e intenta decir algo, pero lo interrumpió una voz desesperada, casi incomprensible que salía del chaleco de Berraco.

Voz: se……ssss ….. moviend….   Me copian?

Berraco, un tanto inquieto, rápidamente extrajo su radio del chaleco y respondió con cierta incertidumbre.

Berraco: Adelante Bravo, repite, no te copiamos

Voz : Berraco, felizmente eres tu...  ya se están movilizando! están a las 12 del punto de control, son cerca de 15 cabezas, vamos a necesitar refuerzos! recibido?

Berraco: Copiado Predator, aguanten, vamos en camino, cambio.

El momento que habíamos estado esperando con tantas ansias se había tornado realidad, los miembros de nuestro batallón ya se encontraban preparados y estaban parados detrás de nosotros, nunca nos dimos cuenta de cuando ni como se alistaron tan rápido, pero ahí estábamos, listos para iniciar la operación. Berraco se detuvo por unos instantes, nos miró con cierta emoción, se acercó a Tattoo y le tocó el hombro.

Berraco: Creo que está claro lo que cada uno tiene que hacer. Llegó su hora, dejen en alto nuestro nombre. Nadie se queda atrás.

Todos asentimos con la cabeza, sabiendo que algunos no regresaríamos al campamento, sin embargo esa idea no nos detenía de querer proceder con nuestra misión.  Yo sabía que Tattoo me iba a cubrir y que yo tenía el mismo deber, por lo que sentía cierta confianza en nuestra seguridad, a pesar que solemos ser bastante osados en nuestro operar, ya habíamos pasado por esto, no era novedad para ninguno de nosotros, sólo un escenario diferente.

Nos indicaron que esperáramos confirmación para movernos, pero como ya mencioné, no nos caracterizábamos por ser precisamente los más prudentes, por lo que en el primer descuido, Tattoo y yo nos escabullimos por entre los matorrales, agazapados, paralelos a las faldas de la colina más escarpada. Tattoo me recordó apagar la radio, para evitar ser rastreados por el enemigo. Éramos especialistas en operaciones furtivas, y siempre trabajamos juntos, nos sentíamos invencibles, cual ejército de dos... siempre nos desplegábamos así, alejados del resto, silenciosos, cautelosos, letales.

Llegamos hasta el límite de los matorrales, hice una señal a Tattoo, quien me cubría desde uno de los flancos, para que se acerque.  Ya no podíamos avanzar más sin llamar la atención, el sol ya nos castigaba desde lo alto y había un trayecto largo hasta unos pastizales que podrían servir de refugio, pero, ese trayecto nos ponía, escandalosamente, en la línea de fuego de cualquier francotirador que pudiera estar apostado en las colinas.  Convenimos quedarnos quietos por un momento, buscando cualquier indicio de movimiento hostil alrededor de nosotros, pero no hubo tal. Tattoo no aguantó quedarse quieto tanto tiempo, volteó hacia mí, se despidió con una seña y echó a correr a los pastizales. No pude evitarlo y de pura inercia corrí tras él, dejando de lado todo lo que hemos aprendido a lo largo de los años... Nunca dejes sin fuego de cobertura a tu compañero... nunca corras si no estás seguro del camino... nunca... Todo fue tan rápido, que nunca escuchamos el disparo, solo sucedió, pero estábamos ilesos. Al menos Tattoo lo estaba, lo suficiente como para meterme un cabezazo por correr detrás de él y no cubrirlo.

Yo sentía algo caliente a la altura de mi hombro derecho, asumí que no sería nada grave, sino Tattoo se hubiera percatado,  de hecho no me dolía, pero me molestaba, sin embargo podía sostener aún mi fusil con firmeza.  La extensión de los pastizales no era gran cosa, pero el hecho de haber recibido un disparo, implicaba que nuestra posición no era desconocida, después de todo, alguien ya sabía que habían al menos dos intrusos en ese sector, por lo que decidí ser mucho más cauteloso. Tomé a Tattoo por el hombro y señalé un punto donde podría posicionarse, yo me abriría más hacia el lado opuesto, de manera de poder iniciar un despliegue cruzado en caso sea necesario. No tuvimos que esperar mucho por cierto.

Por un extremo, tirando hacia mi izquierda, avistamos una pequeña patrulla avanzando hacia nuestra posición, serían 3 o 4 operadores, que apuntaban hacia el pastizal, teniendo claro que alguien o algo estaba oculto ahí. No estaban tan cerca tampoco, tendríamos unos 50 metros de distancia, pero un buen tirador es infalible en ese rango. Ellos lo sabían, y nosotros también. Pero no podíamos abrir fuego aún, ellos eran más y abrir fuego descubriría nuestras posiciones. Teníamos que esperar que pasen, o que cometan un error como acercarse demasiado. Tattoo estaba impaciente, me hacía señas con los ojos, el quería actuar, pero yo sabía que aun no era nuestro momento. Aún no.

Los hostiles pasaron frente a nosotros, nunca nos dieron la espalda, algo me decía que planeaban rodearnos. No obstante lo que era mi principal preocupación, no era si ellos atacaban primero, sino si Tattoo podría controlarse y evitar que nos maten. Estaba seguro que Tattoo no resistiría más y atacaría, cerré mis ojos un instante, solté el seguro de mi fusil y cuando me aprestaba a pararme, la voz de un enemigo me hizo retroceder. Una pequeña brigada de al menos 10 miembros se movilizaba desde uno de los extremos opuestos a nuestra posición, le dieron el alcance a la patrulla, siempre manteniendo una cautelosa distancia entre ellos y el pastizal. Sabían que estábamos ahí, y nosotros sabíamos que tendríamos que enfrentarlos. De una u otra manera saldríamos de ahí. Mi brazo empezaba a pesar. Que maldito momento para que me empiece a pesar, creo que fue una señal, ya no podíamos esperar más... era momento de actuar.

Tattoo me hizo una seña, el también la tenía clara, era ahora o nunca, levanté mi fusil lentamente, en realidad no podía hacerlo más rápido, mi brazo estaba bastante adormecido, tenía en la mira al comando más expuesto, el último del grupo, el más próximo a mi, y contaba con que Tattoo hiciera lo mismo por su flanco, conté hasta tres, en silencio, y todo comenzó en ese momento.

Uno por uno fueron cayendo, nunca supieron quién, ni cómo, los disparos venían de los pastizales, no había forma que nos pudieran ver, pero si que nos pudieran disparar. Ya estaban casi todos muertos... casi todos. En algún punto de toda esa vehemencia, un cuerpo que caía al suelo, conservaba un último suspiro de vida, tan fino e insignificante como para quitarme la mía. Fue rápido, mentiría si digo que no dolió, fue rápido... pero nosotros éramos inmortales.



No hay comentarios:

Publicar un comentario