CRÓNICAS DE GUERRA
por Elek Romero
por Elek Romero
Aún estaba oscuro, los primeros rayos del
sol cruzaban sus destellos a través de los matorrales y se tornaban en masas
voluminosas, al condensarse en la neblina que aún nos rodeaba, los comandos del
primer batallón, aún somnolientos, desabrigaban su armamento y con sumo cuidado
lo iban despercudiendo, y engrasando. Berraco, nuestro líder, hizo el primer
llamado de preparación, para quienes aún no habíamos siquiera sacado nuestros
uniformes de las mochilas, siempre haciendo bromas pesadas en alegoría a las
hermanas de los mas novatos.
Los comandos habíamos desarrollado un
lazo de hermandad tal, que la atmósfera se asemejaba a una gran reunión
familiar, donde los mandos superiores, casi como si fueran nuestros padres, más
que dar ordenes, solían acompañarnos en las labores pre-operativas, incluso
compartiendo sus provisiones, mientras contaban experiencias de operaciones
pasadas, donde aparentemente siempre triunfaron o, en todo caso, donde las
derrotas fueron tan ínfimas, que el solo hecho de volver a casa ilesos los
llenaba de regocijo.
Berraco: Ya ya ya oe, deja de estar
escribiendo esas mariconadas!
Están listos o cómo es?
Tattoo y yo ya estábamos prácticamente
listos, solo faltaba colocarnos los visores y el shemaq, así que nos separamos
del grupo, y seguimos a Berraco a la formación. Tattoo voltea hacia mí e intenta
decir algo, pero lo interrumpió una voz desesperada, casi incomprensible que
salía del chaleco de Berraco.
Voz: se……ssss ….. moviend…. Me copian?
Berraco, un tanto inquieto, rápidamente
extrajo su radio del chaleco y respondió con cierta incertidumbre.
Berraco: Adelante Bravo, repite, no te
copiamos
Voz : Berraco, felizmente eres
tu... ya se están movilizando! están a
las 12 del punto de control, son cerca de 15 cabezas, vamos a necesitar
refuerzos! recibido?
Berraco: Copiado Predator, aguanten, vamos
en camino, cambio.
El momento que habíamos estado esperando
con tantas ansias se había tornado realidad, los miembros de nuestro batallón
ya se encontraban preparados y estaban parados detrás de nosotros, nunca nos
dimos cuenta de cuando ni como se alistaron tan rápido, pero ahí estábamos, listos para iniciar la operación. Berraco se detuvo por unos instantes, nos
miró con cierta emoción, se acercó a Tattoo y le tocó el hombro.
Berraco: Creo que está claro lo que cada
uno tiene que hacer. Llegó su hora, dejen en alto nuestro nombre. Nadie se
queda atrás.
Todos asentimos con la cabeza, sabiendo
que algunos no regresaríamos al campamento, sin embargo esa idea no nos detenía
de querer proceder con nuestra misión.
Yo sabía que Tattoo me iba a cubrir y que yo tenía el mismo deber, por lo
que sentía cierta confianza en nuestra seguridad, a pesar que solemos ser
bastante osados en nuestro operar, ya habíamos pasado por esto, no era novedad
para ninguno de nosotros, sólo un escenario diferente.
Nos indicaron que esperáramos
confirmación para movernos, pero como ya mencioné, no nos caracterizábamos por
ser precisamente los más prudentes, por lo que en el primer descuido, Tattoo y yo
nos escabullimos por entre los matorrales, agazapados, paralelos a las faldas
de la colina más escarpada. Tattoo me recordó apagar la radio, para evitar ser
rastreados por el enemigo. Éramos especialistas en operaciones furtivas, y
siempre trabajamos juntos, nos sentíamos invencibles, cual ejército de dos... siempre
nos desplegábamos así, alejados del resto, silenciosos, cautelosos, letales.
Llegamos hasta el límite de los
matorrales, hice una señal a Tattoo, quien me cubría desde uno de los flancos,
para que se acerque. Ya no podíamos
avanzar más sin llamar la atención, el sol ya nos castigaba desde lo alto y
había un trayecto largo hasta unos pastizales que podrían servir de refugio,
pero, ese trayecto nos ponía, escandalosamente, en la línea de fuego de cualquier
francotirador que pudiera estar apostado en las colinas. Convenimos quedarnos quietos por un momento,
buscando cualquier indicio de movimiento hostil alrededor de nosotros, pero no
hubo tal. Tattoo no aguantó quedarse quieto tanto tiempo, volteó hacia mí, se
despidió con una seña y echó a correr a los pastizales. No pude evitarlo y de
pura inercia corrí tras él, dejando de lado todo lo que hemos aprendido a lo
largo de los años... Nunca dejes sin fuego de cobertura a tu compañero...
nunca corras si no estás seguro del camino... nunca... Todo fue tan rápido, que
nunca escuchamos el disparo, solo sucedió, pero estábamos ilesos. Al menos
Tattoo lo estaba, lo suficiente como para meterme un cabezazo por correr detrás
de él y no cubrirlo.
Yo sentía algo caliente a la altura de mi
hombro derecho, asumí que no sería nada grave, sino Tattoo se hubiera percatado,
de hecho no me dolía, pero me molestaba,
sin embargo podía sostener aún mi fusil con firmeza. La extensión de los pastizales no era gran
cosa, pero el hecho de haber recibido un disparo, implicaba que nuestra posición
no era desconocida, después de todo, alguien ya sabía que habían al menos dos
intrusos en ese sector, por lo que decidí ser mucho más cauteloso. Tomé a
Tattoo por el hombro y señalé un punto donde podría posicionarse, yo me abriría más
hacia el lado opuesto, de manera de poder iniciar un despliegue cruzado en caso
sea necesario. No tuvimos que esperar mucho por cierto.
Por un extremo, tirando hacia mi
izquierda, avistamos una pequeña patrulla avanzando hacia nuestra posición,
serían 3 o 4 operadores, que apuntaban hacia el pastizal, teniendo claro que
alguien o algo estaba oculto ahí. No estaban tan cerca tampoco, tendríamos unos
50 metros de distancia, pero un buen tirador es infalible en ese rango. Ellos
lo sabían, y nosotros también. Pero no podíamos abrir fuego aún, ellos eran más
y abrir fuego descubriría nuestras posiciones. Teníamos que esperar que pasen,
o que cometan un error como acercarse demasiado. Tattoo estaba impaciente, me
hacía señas con los ojos, el quería actuar, pero yo sabía que aun no era
nuestro momento. Aún no.
Los hostiles pasaron frente a nosotros,
nunca nos dieron la espalda, algo me decía que planeaban rodearnos. No obstante
lo que era mi principal preocupación, no era si ellos atacaban primero, sino si
Tattoo podría controlarse y evitar que nos maten. Estaba seguro que Tattoo no
resistiría más y atacaría, cerré mis ojos un instante, solté el seguro de mi
fusil y cuando me aprestaba a pararme, la voz de un enemigo me hizo retroceder.
Una pequeña brigada de al menos 10 miembros se movilizaba desde uno de los
extremos opuestos a nuestra posición, le dieron el alcance a la patrulla,
siempre manteniendo una cautelosa distancia entre ellos y el pastizal. Sabían
que estábamos ahí, y nosotros sabíamos que tendríamos que enfrentarlos. De una
u otra manera saldríamos de ahí. Mi brazo empezaba a pesar. Que maldito momento
para que me empiece a pesar, creo que fue una señal, ya no podíamos esperar
más... era momento de actuar.
Tattoo me hizo una seña, el también la
tenía clara, era ahora o nunca, levanté mi fusil lentamente, en realidad no
podía hacerlo más rápido, mi brazo estaba bastante adormecido, tenía en la mira
al comando más expuesto, el último del grupo, el más próximo a mi, y contaba
con que Tattoo hiciera lo mismo por su flanco, conté hasta tres, en silencio, y
todo comenzó en ese momento.
Uno por uno fueron cayendo, nunca
supieron quién, ni cómo, los disparos venían de los pastizales, no había forma
que nos pudieran ver, pero si que nos pudieran disparar. Ya estaban casi todos
muertos... casi todos. En algún punto de toda esa vehemencia, un cuerpo que
caía al suelo, conservaba un último suspiro de vida, tan fino e insignificante
como para quitarme la mía. Fue rápido, mentiría si digo que no dolió, fue rápido... pero nosotros éramos inmortales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario